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Contexto Histórico I

Aquí publico la primera parte de la sección de contexto histórico, en la segunda parte escribiré acerca de como era el Santander de la época en el ámbito económico y una mayor profundización en los personajes que aparecen.

En 1833, estalló en España la primera guerra carlista, su origen está en la lucha por la sucesión al trono español entre los partidarios de Isabel, hija de Fernando VII y los carlistas partidarios del infante D.Carlos María Isidro de Borbón, hermano de éste. La guerra se debió a que Fernando VII en su lecho de muerte abolió la ley sálica, proclamando la pragmática sanción, que permitía a las mujeres subir al trono español. Fernando VII conseguía así que una hija suya accediera al trono.
El campo y las pequeñas ciudades del País Vasco y Navarra apoyaron mayoritariamente al pretendiente Carlos debido a su tradicionalismo, gracias al apoyo que le dio el bajo clero local.
En Aragón y Cataluña se vio como una oportunidad de recuperar sus derechos forales, perdidos tras la Guerra de Sucesión Española. La jerarquía eclesiástica se mantuvo ambigua, aunque una parte importante del clero, entre ellos el famoso guerrillero héroe de la Guerra de Independencia, el cura Merino se unió a los partidarios de Carlos.
En el otro bando, los liberales y moderados se unieron para apoyar a María Cristina y a su hija Isabel. Controlaban las principales instituciones del Estado, la mayoría del ejército y todas las ciudades importantes. Los liberales recibieron apoyo del Reino Unido, Portugal y Francia.
En la Provincia de Santander, la guerra creó intranquilidad, ya que en Bilbao, ciudad liberal, había triunfado un golpe carlista que había obligado a esconderse a las autoridades. En la ciudad las autoridades estaban divididas. El gobernador Joaquín del Castillo y Pedro Remón, el corregidor, eran absolutistas. Los regidores de la ciudad, Labat, Flórez Estrada, Sánchez de Porrua, Arguindegui, Abad y, Trueba y Cossío apoyaban al bando liberal y eran fieles a la Reina Gobernadora. Todos ellos eran liberales doctrinarios, que defendían el sufragio censitario y la soberanía compartida.
Como defensa, Santander únicamente contaba con cerca de medio centenar de voluntarios. En la región había peligrosos movimientos de tropas. Desde Toranzo entraban voluntarios realistas al mando del teniente coronel Bárcena. En Toranzo aún quedaba un batallón al servicio de la Reina al mando de Ramón de la Torre. La zona de Trasmiera estaba bajo poder de las tropas carlistas, con Mazarrasa como líder. Pero el Valle de Carriedo estaba en poder de los liberales, al mando de Gómez de Barreda, jefe de los voluntarios. Poco después Mazarrasa pasó a luchar en la zona de Vizcaya donde llegó a conseguir el cargo de mariscal de campo.
Para unificar criterios, los máximos mandatarios de Santander se reunieron en el Palacio del Obispo, por aquel entonces fray Felipe González Abarca y decidieron tomar partido por la causa de la Reina. Para ello, decidieron armar la ciudad con fusiles que se guardaban en el Castillo de San Felipe y en la fragata San Juan, además se contaba con barcos y con los cañones de La Cavada. Fue imposible pedir ayuda a Valladolid ya que los carlistas controlaban los caminos. Los carabineros del Resguardo defendían la ciudad y se crearon dos compañías, la de “Cazadores de Montaña” al mando del coronel Iriarte y el “Batallón de Vecinos Honrados”, formado por media docena de compañías al mando de Sayús, Bolado, Velarde, Assas; Jusué, Pedraja, Barbáchano, Cerrajería, Quintanilla, López Dóriga, Aguirre y Bárcena. Todos ellos gente ilustre de la ciudad.

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